sábado, 20 de mayo de 2017

Las mujeres del Río de Piedra

Estaba recién inaugurado el colegio José Trinidad Reyes y en su alrededor apenas existían casas, la tendencia era construir muy arriba del estadio Nacional. Una honorable familia se fue a vivir a una hermosa casa que tenía bellos jardines, amplio patio y un muro de ladrillos. Doña Teresa vivía con su esposo, sus dos hijos varones y una hermana, todos se llevan en armonía. 

Una tarde la hermana de doña Teresa, de nombre Azucena, estaba frente al tocador cuando vio en el espejo a una mujer que estaba detrás de ella. 

Era desconocida, dio la vuelta para preguntarle qué hacía en su habitación y la mujer ya no estaba. 

Visiblemente nerviosa se fue a la cocina y le contó a su hermana lo que había sucedido. 

¡Ay! Azucena estas viendo visiones, aquí no hay nadie, solo estamos vos y yo, las puertas y portones están cerrados, no te dejes llevar por la imaginación. Azucena la miró desconcertada y apenas murmuró, te aseguro que esa mujer estaba en mi habitación. 

Pasaron los días, los hermanos Danilo y Osman estaban estudiando en la sala, debido a los próximos exámenes decidieron estudiar hasta las tres de la mañana. Osman se levantó de su asiento y preguntó a su hermano, queres algo, voy para la cocina, Danilo estirándose como gato en su silla, bueno, traeme un poco de leche. 

Osman entró en la cocina, abrió el refrigerador y cuando iba a servir la leche en un vaso vio a una mujer frente a él. 

Disculpe señora, no me dijo mi mamá que usted estaba aquí, qué busca. La mujer se encogió de hombros, salió de la cocina y se fue hacia la habitación de Azucena. 

Danilo no le dio importancia a la presencia de la mujer ya que en otras ocasiones su mamá había invitado a ciertas amigas sin decirle nada a sus hijos, por la mañana cuando todos desayunaban el joven comentó, mamá, esa señora que usted invitó, que estaba anoche en la cocina, no me contestó cuando le hablé, solo la vi que se fue para la habitación de mi tía Azucena; doña Teresa y su hermana palidecieron, ¿cómo era esa mujer hijo? yo no he invitado a nadie a la casa.
Todos se quedaron viendo con sorpresa, la tía rompió el silencio. Debe ser la misma mujer que vi en el espejo y que vos dijiste que era mi imaginación, aquí está pasando algo muy extraño. 

Don Elías, el jefe de la familia les dijo: No se preocupen a veces hay visiones múltiples, o sea que varias personas pueden ver algo en común, no vayan a crear fantasmas donde no hay. 

Pero a él también le esperaba una sorpresa. 

Una noche, mientras estaba en su estudio revisando facturas y haciendo cuentas de sus negocios, ante sus ojos, un vaso que tenía agua se movió, se frotó los ojos y puso el vaso en su lugar y de nuevo lo movieron, instintivamente se puso de pie, miró hacia todos lados, luego se fue a su habitación y sin comentar lo sucedido con su esposa se acostó. 

Al siguiente día, doña Teresa encendió la radio para escuchar las noticias, los varones se habían ido, solo quedaban ella y su hermana. 

Mientras sacaba unas verduras del refrigerador miró hacia el patio a través de la ventana y vio a una mujer sentada en una silla de metal de las que formaban un juego de muebles colocado en el jardín, inmediatamente abrió la puerta para averiguar quién era aquella mujer, se fue directo al lugar y la señora ya no estaba ahí. 

La asustada ama de casa sintió que las piernas le temblaban, a duras penas llegó a la cocina y gritó, Azucena, Azucena, ¡vení a la cocina Azucena! 

Cuando todos se reunieron a la hora de la cena, doña Teresa dijo antes de comer, quiero decirles que tengo la plena seguridad en lo que les voy a decir... en esta casa está saliendo una muerta, desde ese momento don Elías decidió investigar. Una vecina le contó que en el terreno donde habían construido la casa habían asesinado a una mujer, le dio los pormenores del suceso y hasta el nombre de la difunta.' 

Cuando el señor contó a su familia aquella historia, llamaron a una señora del barrio Medina que era experta en cosas de ocultismo para ver si podía encontrarle solución a lo de las apariciones. 

Acompañada de dos hombres que llevaban agua bendita y candelas, la experta dibujó un círculo en el lugar donde supuestamente habían asesinado a la mujer, dijeron unas oraciones extrañas mientras todos estaban de rodillas, eran las once y media de la noche. 

Todos escucharon que en la cocina le dieron vuelta a los platos, ollas y sartén, luego el grito aterrador de una mujer, una brillante luz salió de en medio del círculo y desapareció en cuestión de segundos. 

La experta estaba bañada en sudor, sus asistentes la colocaron en una silla. Ese espíritu nunca más volverá a molestar en esta casa, dijo, se ha ido para siempre. Esto ocurrió en los años cincuenta en Río de Piedras

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